Libertad religiosa: una conquista de la Humanidad
Después de tanta sangre derramada en nombre de Dios y por las rivalidades originadas entre los distintos nombres de Dios, la conciencia de la Humanidad ha ido orientándose hacia la tolerancia, hacia el respeto, hacia la libertad religiosa: libertad de conciencia y libertad de practicar o no una religión. Esta libertad es una importante conquista de la modernidad.
El estudioso de las religiones del mundo, el teólogo católico Hans Küng, recuerda que la gran obra de la Ilustración “Nathan el sabio” (1779), del gran poeta alemán Gotthold Ephraim Lessing, mostró por primera vez que la tolerancia entre las distintas confesiones cristianas y entre las distintas religiones era condición indispensable para la paz entre las naciones. Sin embargo, en esos mismos años, el Papa Pío VI rechazaba la libertad religiosa, la libertad de conciencia y la libertad de prensa y los contenidos de la que llamó abominable filosofía de los derechos del hombre.
De hecho, la iglesia católica fue la principal opositora a los principios de libertad, igualdad y fraternidad enarbolados por la Revolución Francesa. Según Küng, en el siglo XIX, marcado por el ideario de la Revolución Francesa, el Estado Pontificio era el más retrógrado de toda Europa. El Papa rechazaba el ferrocarril, el alumbrado de gas, los puentes colgantes… También se opuso el Papado a las vacunas, prohibidas en el Vaticano en 1815, apoyándose en estas palabras del Papa León XII: Quienquiera que recurre a la vacuna deja de ser hijo de Dios… La viruela es un juicio de Dios y la vacuna es un desafío lanzado al cielo. Con estas ideas, ¿cómo iba a aceptar la libertad religiosa?
Lo que las une es más que lo que las separa
En la Conferencia Mundial de las Religiones a favor de la Paz, celebrada en 1970 en Kyoto (Japón) se reunieron cristianos, judíos, budistas, confucionistas, hindúes, islámicos, sintoístas, shiks, zoroastristas y representantes de otras religiones minoritarias. Fue un primer encuentro para reflexionar y entender que es mucho más lo que une a todas las religiones que lo que las separa. El acuerdo entre todas se dio en torno a estos puntos: la convicción de la unidad de la familia humana y de la dignidad de todos los seres humanos; la convicción de que poder no equivale a derecho; la fe en que el amor, la compasión y el altruismo son más fuertes que el odio, la enemistad y el egoísmo; y el sentimiento de que es un deber estar de parte de los oprimidos y en contra de los opresores.
Mujeres de Negro
Como reacción contra la guerra entre palestinos e israelíes, que también tiene raíces religiosas, surgió en 1988 un pequeño grupo de mujeres judías y árabes, vestidas de negro, que se reunieron en Jerusalén para protestar silenciosa y pacíficamente contra la presencia militar israelí en Gaza y Cisjordania. Desde entonces, el movimiento ha seguido creciendo y luchando por una paz justa entre Israel y Palestina, extendiéndose también por decenas de países con conflictos militares. La iniciativa pone de manifiesto el papel que corresponde jugar a las mujeres en el cuestionamiento a las guerras. Su “filosofía” la expresan las Mujeres de Negro en este manifiesto, que lanzaron al mundo:
Nosotras, mujeres palestinas e israelíes, sabemos que nuestros pueblos pueden vivir en esta tierra. Que nuestros hijos merecen una vida con paz y dignidad. No queremos que sean asesinados ni que se conviertan en asesinos. Tenemos que hacer cesar la locura. Tenemos que hacer cesar el uso de la fuerza brutal.
Dejen a las mujeres hablar. Dejen a las mujeres actuar. Déjennos a las mujeres palestinas e israelíes guiar el camino. Las mujeres podemos encontrar el fin de este círculo de violencia. Los hombres nos dicen: “No se asusten”. Nos dicen: “Sean fuertes”. Nosotras estamos asustadas y queremos que ellos también estén asustados. Nosotras no queremos ser "fuertes". No queremos que ellos piensen que son bastante fuertes como para hacer desaparecer a la otra nación. Creemos que todas y cada una de las personas tienen derecho a vivir en paz y con dignidad.
Nosotras queremos compartir los recursos de esta tierra, su agua, su vino, y sus lugares sagrados. Es posible compartir Jerusalén. El área completa puede ser compartida entre las dos naciones independientes e igualitarias. Israel no debe dominar la vida de palestinos y palestinas. Ninguna de las dos naciones, ni Palestina ni Israel, debe creer que es posible conseguir la paz a través de la violencia. Dejen a las mujeres encontrar el camino que los hombres no han encontrado. Nosotras insistimos que todos los equipos de negociaciones deben incluir por lo menos un 50 por ciento de mujeres, entre los dirigentes palestinos y los israelíes, en los equipos de Naciones Unidas, entre los representantes de los gobiernos involucrados en intentar resolver el conflicto. Las mujeres van a hablar: Ellas no van a disparar.
Hay demasiados hombres con demasiado ego involucrados en el incendio de este pedazo de tierra. Déjennos hablar. Nosotras podemos traer la paz. Los hombres hablan de seguridad basada en la fuerza. Nosotras sabemos que esta seguridad significa ser buenos vecinos y vecinas. No queremos que la próxima generación vista uniforme para ir a la guerra. Queremos que ellos conozcan la autodeterminación y la dignidad, sin necesidad de luchar por esto. Dejen a las mujeres hablar.
Dejen a las mujeres actuar. El encuentro número 14 de las Mujeres de Negro se celebró en Valencia, España, en agosto de 2007, con el lema “Expulsemos la guerra de la historia y de nuestras vidas”. En él participaron 400 mujeres de 40 países de todos los continentes: Afganistán, Colombia, Sahara, Chechenia, Congo, Zimbabwe, Marruecos, Filipinas…
Dios: una palabra humana
Dice la teóloga feminista brasilera Ivone Gebara: Dios es una palabra humana, un nombre humano. Deberíamos no emplearla más para hablar de un Ser que es superior y que está más allá, fuera del mundo, sino para hablar de relaciones. Es en las relaciones donde hacemos a Dios. Dios no es en sí mismo, lo es en la ética, en la belleza, en el amor. Jesús también vivió a Dios como relación. Porque lo divino no está ni afuera ni arriba de lo humano. Está en las relaciones entre los humanos y en las relaciones entre los seres vivientes.
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