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sábado, 11 de mayo de 2019

El Reino de la tierra




La Teología de la Liberación 

Surgida en América Latina en los años 60 y 70 del siglo XX, la Teología de la Liberación encontró en las bienaventuranzas un texto clave para promover y desarrollar una práctica y una interpretación revolucionaria del mensaje de Jesús. Siendo América Latina la única región del mundo mayoritariamente cristiana y con la mayor iniquidad entre pobres y ricos de todo el planeta, era coherente que fuera en este continente en donde los ojos de teólogos y de comunidades, de organizaciones, de religiosos, religiosas y hasta de obispos, rescataran el mensaje original de Jesús a favor de los pobres. 

Son muchas las perspectivas de las que parte la Teología de la Liberación latinoamericana, que buscaba liberar la teología cristiana del cautiverio eurocéntrico. Y que supuso una ruptura de la hegemonía doctrinal, espiritual y moral de la iglesia católica romana en el continente. 

La Teología de la Liberación entiende la teología no como un ejercicio teórico sino como una reflexión crítica sobre la praxis. La entiende no como una afirmación o recitación de verdades, sino como una postura ante la vida. Pone lo humano en el centro y ve en la realidad humana, especialmente en las injusticias entre los seres humanos, no sólo un objeto de análisis sino un motivo para el compromiso. Da más importancia a la ortopraxis que a la ortodoxia. Entiende la historia como un proceso permanente de la Humanidad hacia su liberación colectiva e individual y propone vivir en la historia denunciando proféticamente las injusticias y anunciando el camino hacia la liberación. Promueve una evangelización concientizadora, que permita pasar de una conciencia mágica y providencialista a una conciencia crítica y comprometida con la causa de la justicia y de la paz. 

La Teología de la Liberación rescata al Jesús histórico y asume en profundidad la dimensión política de su mensaje. Revaloriza a los grandes profetas del Antiguo Testamento. Hace más énfasis en el pecado estructural que en los pecados individuales. Insiste en que la relación con el prójimo, especialmente con el prójimo pobre, es el centro de la fe cristiana y enseña que la conversión al prójimo es el sentido último de la espiritualidad.

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